domingo, 15 de noviembre de 2009

Debate, el bar de las ideas:

Un debate no siempre es un espacio rico donde se reúnen las ideas. Para que esta área sea valiosa deben converger una serie de factores tales como una propuesta temática bien formulada, un grupo de personas que no cuenten con una aburrida coincidencia de perspectivas previa, un escaso deseo por la complacencia del grupo por lo expuesto individualmente, una libertad inmaculada a la hora de exponer las visiones personales, el respeto de y a los demás interlocutores, etc.
Si tuviera que representar en algo tangible un debate, lo haría desde un bar donde las personas (ideas en el caso del debate) salen a relacionarse con otras diferentes e interesantes. Bares que van desde los más desangelados hasta los más bulliciosos, desde los más formales a los más bohemios, etc
Nuestro bar de la interculturalidad invitaba a entrar en un debate que conocemos, al menos los que somos docentes, y del que de una u otra manera, como críticos o criticados, hemos sido partícipes. Un debate sobre una práctica, una intervención en la crítica de los demás. ¿Cuántas veces en nuestros centros se realizan de forma despectiva y oculta?
¡La de cosas que se arreglan en los bares! Entre tapas, pinchos, potes o cervezas se dicen a la cara lo que uno piensa. Tal y como cada uno hemos realizado respecto a las actividades de Jorge y la actitud de Berta, hemos analizado la situación y hemos argumentado nuestro acuerdo y desacuerdo con cada una de ellas. Es cierto que los argumentos varían de unas personas a otras y que hay ideas cuya elaboración es más compleja que otras.
Así, hay ideas que hablan por hablar y no dicen nada nuevo, sino que reproducen perspectivas anquilosadas y repetidas hasta la saciedad. Sin embargo, existen otras que crean mayores disonancias porque son menos habituales, aunque en algunos casos su argumentación sea mayor.
En nuestro bar, desde mi banqueta, se observa que conviven clientes con ideas nuevas sin argumentar, otros que lo argumentan y otros que simplemente repiten el discurso complaciente que han escuchado en otros bares.
Las dificultades que encontré fueron fundamentalmente en la elaboración argumentada de mis aportaciones, en crear un hilo lógico de mi línea argumental y así plasmar de forma coherente lo que pensaba y sentía. Por otro lado, una vez que leía algunas aportaciones del “compañerado”, me costaba plantear mi desacuerdo sin molestarles.
Los ratos que he pasado en este bar escuchando y compartiendo, abren brechas de respeto a otras posturas muy alejadas y la necesidad de equilibrar posturas dominantes para afrontar el racismo y la relación entre culturas.
Me crea conciencia acerca de la dificultad que tienen que superar aquellos que apuestan por evidenciar las posiciones de poder y se muestran poco gregarios con los designios de los diferentes poderes a los que se supone que deben servir.
El debate, el bar, en sí es una gota más en una perspectiva valiente pero argumentada, no ligada a la impulsividad como erróneamente se puede considerar. Una valentía que nace de la percepción de desequilibrio mundial y un deseo irrefrenable de justicia desde decisiones justas.Hoy que nuestra alineación laboral y de otros ámbitos nos inhiben del sano hábito de conversar en algún bar o cualquier otra reunión de personas, es importante encontrar espacios donde nos enriquezcamos con los demás.